lunes, 20 de abril de 2009




SOBRE EL ASESINATO DE 30 MIL INDIGENAS:
BENJAMIN SALDAÑA ROCCA EN EL RECUERDO
Por. Fernando Najar

La tarde del 17 de abril de 1912, (según un documento del Dr. Luís Hernán Ramírez) fallecía en Cerro de Pasco el periodista Benjamín Saldaña Rocca. Tenía 52 años, la rubrica dolorosa de una bala chilena y los sueños de un nuevo lance periodístico. Desde su primera estocada mortal al imperio de Julio C Arana, cinco años atrás, estuvo huyendo de una ciudad a otra, debido a una invisible persecución que le creó desventuras y le acuarteló en el olvido histórico.


Saldaña fue un capitán condecorado de la Guerra del Pacifico (tal como él señala en una edición del periódico " La Sanción" de Iquitos) cuyo idealismo de cambiar el mal por el bien, le llevó hacia el periodismo, logrando fundar siete periódicos, (tres en Lima, dos en Iquitos y dos en Cerro de Pasco). Todos rebeldes desde los primeros párrafos; pero lamentablemente, los siete murieron, prematuramente, sin cumplir sus deseos. Era un artesanal del periodismo.

Debió pasar a la inmortalidad en 1907, porque fue el primero, y no el oportunista Walt Hardenburg, que revelo a la opinión pública de Iquitos, a través de la Felpa y La Sanción, los pormenores de los asesinatos masivos de indígenas que realizaban los empleados y vigilantes de la Peruvian Amazon Co. Ltda. en los campamentos caucheros, ubicados entre las cuencas de los ríos Putumayo y Caquetá. La empresa y los campamentos, de propiedad del "civilizador" Julio C Arana, tenían una extensión de 5, 774,000 hectáreas. Era amo y señor de los árboles, de las especies y de los indígenas; tenía el aval del gobierno peruano.

LOS MUERTOS
Décadas después, se hizo el recuento que fueron ejecutados 30 mil indígenas de diferentes etnias. Otros 10 mil quedarían flagelados de por vida. Los mataban de las formas más crueles e imaginables porque no extraían la cantidad de látex que exigían los administradores de los 42 campamentos de la Casa Arana y que después se convirtió en The Peruvian Amazon Co. Ltda, registrada en Londres en 19o7. El negocio de Arana no solo extermino a miles de Huitotos, Boras, Andoques, Muinanes, Nonuyas y Rezigaros, sino también 200 millones de árboles (Hevea Castilloa), una descomunal deforestación.

Si las pruebas judiciales que condenan al ex Presidente, Alberto Fujimori, de violación a los derechos humanos, fueron en un primer momento denuncias periodísticas de un grupo probo de hombres-prensa, que se jugaron hasta la vida en la búsqueda de la verdad, antes de caer en los señuelos de millones de dólares, con los que se atragantó la prensa peruana; las denuncias de Benjamín Saldaña Roca fueron las que más tarde condenaron públicamente a Julio C Arana de responsable intelectual de unos de los peores genocidios racista de la historia de la humanidad, que ocurrió en una pedazo de la amazonia sudamericana que nunca se supo si era peruana o colombiana.

LO QUE MOTIVO SU DENUNCIA

Las acusaciones de los periódicos la Felpa y La Sanción, y la propia denuncia formal de Saldaña que hizo el 9 de agosto de 1907 ante el Juez del Crimen de la novísima Corte Superior de Justicia de Loreto- que a meses de establecerse en Iquitos, ya estaba a plagada de funcionarios corruptos- obligaron al gobierno peruano, presionado por la opinión publica internacional, investigar formalmente los escándalos del Putumayo.

En 1911, el encargado judicial de comprobar la denuncia de Saldaña Rocca en el lugar de los hechos, el Dr. Rómulo Paredes, enemigo acérrimo de Saldaña, reconoció mas tarde en una entrevista periodística, que las denuncias de la Felpa y la Sanción eran autenticas. Paredes elaboro un informe de 3,000 páginas que determinaron que el Juez Valcárcel emitiera 230 órdenes de detención, que nunca se cumplieron. Julio C.Arana nunca fue condenado, fue absuelto de cargos y continuo con una carrera política que le llevo al Congreso. Es mas, Colombia compenso a la familia Arana con 160,000 dólares por los terrenos del Putumayo. El pago se cumplió en forma definitiva en 1964 y llego a manos de los de hijos del cauchero a través del representante del representante de la familia, el judío Víctor Israel, comerciante de Iquitos. Arana había fallecido en septiembre de 1952.

INTERPELACION A JULIO C ARANA
El propio Julio C Arana, cuando fue interpelado el 9 de abril de 1913 en el Parlamento inglés, ante la pregunta del liberal Charles Roberts " si sabía que Saldaña Rocca acusaba a sus empleados de flagelar a los indígenas", este atinó decir que "en esos tiempos sus publicaciones fueron contradecidas y descreídas en toda la región".

La Comisión Especial del Parlamento Ingles, que acusó en 1913 a Julio C Arana de ser el responsable de los asesinatos masivos en el Putumayo, se sustentó también, además del informe de Roger Casement, en varias ediciones de la revista londinense The Truth, que publicó a finales de 1909, a través del periodista G.C. Paternóster, las atrocidades cometidas en los campamentos de la Peruvian Amazon Co. Ltda.

UN POSIBLE PLAGIO PERIODISTICO
Lo sorprende del caso es que Paternóster tenía como fuente periodística al norteamericano Walt Hardenburg, y lo que este declaraba, no era otra novedad que las denuncias de Benjamín Saldaña Roca que publicó a través de los periódicos que dirigía. El propio relacionista publico de Julio C. Arana, Carlos Rey de Castro, confirma este asunto en su libro salvavidas: "Los escándalos del Putumayo, Carta Abierta dirigida al cónsul ingles Geo B. Michell", publicado en diciembre de 1913, cuando señala textualmente en el capitulo de Falsedades e Insidias:
"Hardenbur solo dio a luz las acusaciones contra J.C. Arana y la The Peruvian Amazon Co.Ltda cuando llegó a la capital inglesa en 1909; siendo tales acusaciones, en su mayoría, la reproducción de los artículos de La Sanción y La Felpa, editados en Iquitos por el tristemente celebre libelista Saldaña Roca".

Tal vez nos encontramos ante un extraño caso de plagio periodístico de a comienzos del siglo pasado, porque las denuncias del The Truh, que luego se extendió por todo el mundo, causó un gran malestar en el gobierno ingles que se vio obligado a manifestarse creando una comisión investigadora para evitar mayor escándalo. La Peruvian Amazon Co. Ltda, formalmente era una empresa inglesa, tenia socios ingleses y en los puestos caucheros trabajaban súbditos ingleses de la colonia de Barbados. Estos fueron acusados como ejecutores directos de muchos crímenes.

El norteamericano Walt Hardenburg, sobre quien pesa la acusación que intentó vender a un periódico de Manaos " documentos que comprometen J.C. Arana", pasó a la historia como testigo de excepción de la masacre. Richard Collier le consagra como un humanista en su obra "Jaque Al Barón". Hay versiones que le señalan como un enviado del gobierno de Colombia que buscaba desprestigiar al Perú en torno al litigio limítrofe por ese espacio geográfico.

LE BORRARON DE LA HISTORIA
En cambio Saldaña pasó al anonimato eterno; alguien se encargó de borrarle de la historia, porque su nombre sigue siendo una referencia de pocas líneas en la copiosa bibliografía que se escribió sobre los acontecimientos que sucedieron en la época del caucho.

La Verdad es que nadie le entendió y nadie quiso escucharle. Se enfrentó solitario contra un imperio que manejaba millones de libras esterlinas. Además tuvo que lidiar con la prensa de Iquitos, pro aranista por todo los costados; todos los periódicos eran subvencionados por la publicidad de la Casa Arana, (como ahora, los periodista dependen del Gobierno Regional. Saldaña Rocca por sus denuncias, fue declarado persona no grata por la sociedad loretana en su conjunto, que por esos años, dependía de la prosperidad económica de Julio C. Arana. Iquitos era feudo personal del cauchero. Por paradójico que parezca, en esos tiempos, toda la actividad política, judicial, social y financiera de esta ciudad daba vuelta en torno a Julio C. Arana.
Es por eso que los aranistas pusieron límites a la campaña periodística de Saldaña y presionaron para que abandone Iquitos ciudad. Desde entonces, recibía continuamente amenazas para que se calle o huya de la ciudad.

La última vez que se le vio en esta ciudad, según Walt Hardenburg, que ya estaba en Iquitos, fue una tarde de febrero de 1909, cuando era llevado, a empujones, hacia el malecón. Tenía el rostro hinchado por los golpes recibido de una gentuza, probablemente enviados por Pablo Zumaeta. Momentos antes "los forajidos" habían destruido su imprenta de la primera cuadra de la calle Morona.

Era un tipo flaco, alto de estatura, canoso y moreno.
En la orilla del Amazonas le esperaba una embarcación que le trasladaría a Yurimaguas; después de un tiempo muy corto viajo a Lima, donde trabajo por un corto periodo en el diario La Prensa. Fungió de portapliegos.

EL MANTO NEGRO
Nadie puede dar fe ahora si la acusación de chantajista que pesa sobre él, como señala Luís Hernán Ramírez, aranista probo, se ajusta a la realidad. El expediente judicial de los crímenes del Putumayo, donde supuestamente estaban las peticiones escritas de Saldaña para su silencio, se quemó en la revuelta de 28 de octubre de 1998. El escritor Miguel Donayre, que estuvo revisando ese expediente, mucho antes que fuera arrasada la Corte Superior de Justicia de Loreto, tal vez podría dar fe si el expediente del caso Arana contenía o no las pruebas negras de Saldaña.

Y si estaban, quien sabe si fueron artimañas de los partidarios de Arana, tal como sucedió con Walt Herdenburg, que fue acusado de falsificar un cheque con un monto diferente; sin embargo el propio Julio C Arana, ante la Comisión Especial del Parlamento, negó tener pruebas de que Hardenburg sea un falsificador. El cauchero movió tierra y cielo para desmitificar las acusaciones que pendían contra su empresa. Saldaña Rocca, en su momento desmintió públicamente estas acusaciones

Hoy se sabe que después de las denuncias de La Felpa y La Sanción, Julio C. Arana auspicio una campaña mediática a través de la prensa local, nacional e internacional, bajo el manejo, sin lugar a duda, de Carlos Rey de Castro, para desvirtuar las matanzas. Carlos Rey de Castro, no solo era portavoz de Arana, sino que cuidaba los intereses del Estado; No le convenía al Perú el desprestigio de Arana, era como darle la razón al gobierno Colombia que consideraba como suyo ese territorio que en ese momento estaba sujeto a un arbitraje papal.

LO QUE NO PUDO VER
Finalmente señalamos que Saldaña no vio el final de aquel imperio cauchero, nunca supo en realidad que no se enfrentó al propio Arana, sino a un sistema salvaje, de intereses geopolíticos y económicos. derrumbó una estrategia peruana, que permitió que Julio Arana hiciera lo que quisiera, inclusive auspiciar los crímenes a inocentes, con tal de establecer la peruanizad en una geografía en disputa o evitar que Colombia se apodere, unilateralmente, de los territorios del Putumayo.

Benjamín Saldaña, Murió también sin saber las consecuencias finales de su denuncia. Provocó una agitación judicial, un alboroto diplomático, con desenlaces fatales para el Perú, se escribieron cientos de libros literarios y científicos. Al final de cuentas pese a los años transcurrido nunca se supo que pasó en el Putumayo en aquel periodo negro de la amazonia. Sigue en el misterio,

El mes de abril debe ser para recordar que hace 97 años falleció Benjamín Saldaña Rocca, aquel que tuvo la valentía de develar, cuando otros callaban, el asesinato de personas esclavizadas que eran obligadas a extraer el látex, que desde Londres exigía Arana para poder vender las acciones de la Peruvian Amazon Co. Ltda.

La audacia de Saldaña no esta considerada en la historia peruana, pese a que podría ser una de las más importantes denuncias periodísticas del siglo pasado. Hasta el día de hoy, ningún periodista peruano e iquiteño hizo una denuncia periodística de esa magnitud. Hoy ya no se asesina a la gente como en el tiempo del caucho, pero se está asesinando ríos enteros, se viene mutilando miles de hectáreas de bosques, se esta contaminando la amazonia, existe proyectos para desaparecerla y nadie dice algo. Cuándo habrá otro Benjamin Saldaña Rooca.

Post data
Para este artículo publicamos, en calidad de primicia periodística, una caricatura de Benjamín Saldaña Rocca, descubierta por una casualidad. El aranismo se encargó, incluso, de eliminar sus fotografías

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